Se acerca la fecha en la que mi vida dará una nueva vuelta al sol. Un momento de muerte y renacimiento donde la espiral que conforman todos los momentos vividos avanzará hacia su nuevo recorrido. Muchas experiencias se repetirán en esta nueva vuelta y otras nuevas aparecerán para rellenar las hojas en blanco.
Cada ciclo anual me da una nueva oportunidad para hacer un repaso y entender los pasos dados permitiéndome un visión madura y libre. Reflexionar sobre los logros por pequeños que sean. Observar los desafíos personales con un espíritu de autocrítica y validación y sobre todo detenerme por unos instantes en el tiempo, me darán perspectiva para poder elegir cómo quiero vivir este nuevo ciclo.
Cuando se acerca nuestro cumpleaños, es momento de hacer limpieza interna para dar cabida a lo nuevo que vendrá. Desechar ideas caducas, alejar de ti aquello que ya no suma.
Celebramos el cumpleaños el día que el sol se coloca en el mismo punto exacto donde se encontraba el día que nacimos, y ahí cerramos, completamos un nuevo círculo. Cada nueva vuelta al sol es una nueva oportunidad para seguir creciendo.
Normalmente celebramos el fin de año con rituales en los que nos hacemos propósitos para el nuevo, festejamos, brindamos etc. Y eso está bien porqué no. Pero realmente todo eso que hacemos al acabar el año deberíamos hacerlo sobre todo y con más profundidad y conciencia el día de nuestro cumpleaños. El día que muere un año para nosotros y nace un nuevo ciclo personal.
Hacer de ese día un regeneración intima, un pequeño ritual donde pongas una pequeña semilla en tu corazón para potenciar toda tu energía, todos tus dones, aquellos que te llevarán a descubrir cómo realmente quieres encarar esta nueva etapa, te hará ser más consciente.
Ese día tan especial de mi nuevo cumpleaños yo me alejaré unos minutos para celebrarme con atención plena, en silencio, abrazando ese momento sagrado para después, junto a las personas que amo celebrar, celebrarnos en la VIDA.