Todos tenemos un refugio en el que descansar, en el que reparar y recargar nuestra energía.
Nuestra isla particular a la que acudimos cuando sentimos que perdemos las fuerzas o que no podemos con el peso de la vida.
Este refugio es algo simbólico como tal, pero que todos tenemos o al menos, deberíamos tener.
Ese refugio puede ser un espacio físico, una persona o nuestra propia isla interior.
Quizá tu refugio se encuentre en alguna estancia especialmente acogedora de tu casa, donde te sientas en paz, donde respires seguridad. O puede que tu refugio lo encuentres en alguna persona especial que tienes cerca; una pareja, un amigo. Alguien que te hace sentir en casa, con la que puedes pensar en voz alta y que no te juzga ni te cuestiona, solo te escucha y te presta su atención. Tu refugio también puede estar en tu interior, lo encuentras cuando en tu silencio te abrazas, te observas…
Todos necesitamos de esa isla especial en la que perdernos de vez en cuando para poder encontrarnos a nosotros mismos.
Un lugar donde nuestros pensamientos y emociones se relajan para poder poner orden en nuestro interior. Un refugio en el que hay que invertir tiempo y dedicación para llegado el caso disfrutar de un descanso reparador y de calidad.
Mantener nuestra isla libre de juicios y prejuicios es muy importante, por salud mental la limpieza de estos espacios es primordial para que nos acoja con absoluta dedicación. Libre de obstáculos que interfieran en el movimiento de la energía sanadora que circula a través de ellos cuando entramos libres de las vestiduras que nos impiden ser quien en verdad somos.
Tu refugio, tu isla, es invaluable. Una joya que debes proteger y atesorar. Tu isla, tu bien más preciado.
Busca la ubicación mas precisa de este espacio y abraza todo aquello que te aporta. Tu isla, tu refugio, es estar en casa, es hogar.
¿Ya lo tienes localizado?
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