Deja por unos instantes que la vida siga su curso sin intervenir. No es necesario que estemos actuando continuamente. Apártate de la escena y conviértete en mero observador.
Descansa en este momento sin tiempo, sin acción. Confía…
Con este sencillo ejercicio, limpiaremos el camino trazado que va del corazón a la mente y ahora solo, déjate sentir.
Adquiere así la fortaleza suficiente para escuchar, entender y descifrar sin esfuerzos el código claro y espontáneo que procede de las profundidades de tu ser y deja que te guíe.
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