Sentada en el banco de un parque y tras una distendida e intrascendente conversación la persona que te acompaña de repente te pregunta cómo te sientes y eso marca la diferencia entre un cómo estás vacío, sin capacidad de más respuestas que un bien impostado y una mirada que te ve al observarte.
Al instante, aparecen fragmentos de heridas olvidadas que vamos recomponiendo como si de un puzle se tratase. Y nos prestamos a jugar a este juego, libres de juicios y prejuicios.
Observamos que en este espacio olvidado había ventanas que permanecían tapiadas y que comienzan a abrirse deseosas de ver la luz.
Una simple pregunta hecha con una intención sincera marco la diferencia
Nos permitió mirar de frente aquello que entre capas permanecía escondido en lo más recóndito de nuestro inconsciente dando algo más de claridad a las sombras.
Ahora pienso en esos instantes y me atrevo poco a poco a abrir esos espacios antes cerrados a cal y canto para ir dejando que el aire fresco limpie mis memorias... L C
No hay comentarios:
Publicar un comentario